lunes, diciembre 27, 2004

Vaga Incursión en la Música de Películas

Primera parte: Un viaje al delta

Carla Bley, modelo 1979Estoy recostado sobre la alfombra del living escuchando “Jesus Maria”, un tema de Carla Bley interpretado por el Jimmy Giuffre Trío. Enseguida, el clarinete de Giuffre suelta un puñado de notas que organizan de inmediato la energía del ambiente. Son pocas, pero precisas. Un chasquido grave y pegajoso suena de pronto junto a un piano que, a lo lejos y como pidiendo permiso, intenta sumarse a este milagro. Claro, están Paul Bley y Steve Swallow. Pero eso, ¿a quién le importa?

El cuarto está iluminado, de modo que la creciente oscuridad que se avecina me indica que estoy cerrando los ojos. Puedo ver un gris destellante que deviene azul con verde, así, como colores mezclándose. De pronto estoy en Tigre. El paisaje es familiar, pero las personas que me acompañan no... ¿Qué hace Jimmy Giuffre en Tigre?... ¿Me habré dormido?... Me parece que no, ya que siento a mi hijo jugar en el otro cuarto, acá en mi casa de Villa Ballester. Bueno... en realidad lo percibo vagamente, porque yo estoy en el delta, junto a Jimmy, viendo como el agua del estuario se incorpora, abandonando su calma homogénea. Algunos fragmentos se independizan para formar una corona como esas que hacen las gotas de leche en las fotografías macro. Sólo que aquí no hay gotas cayendo. Apenas el agua, que, indiferente, continúa danzando su color liláceo o cualquier otra tonalidad que surja del clarinete.

Abro suavemente los ojos. El trío reaparece y se adueña del espacio con dulzura. Al cerrar de nuevo los párpados, veo brotar del instrumento del viejo Giuffre una niebla que me envuelve, cálida. En cada pausa de la melodía, los muelles y las escaleras del embarcadero suspiran en silencio. La niebla es ahora una especie de bufanda policromada que late y ronronea. Es música... ¿Cómo decirlo?... corporeizada. Se ve la música, se la toca. Lentamente, los distintos elementos que componen la imagen parecen mudarse a una dimensión orgánica, en la que lo sonoro es también sangre y fibra. Hay un enigmático sentido musical implícito en sus movimientos. A cada latido, en cada pulso, la bufanda entibia más mi cuello y la visión entera resplandece por el influjo de los sonidos frescos surgiendo a borbotones. ¿Esto se grabó en 1961? Pero... si lo están tocando ahora, o tal vez mañana, como decía Johnny, el alter ego de Charlie Parker en aquél cuento de Cortázar. Además... ¿Qué es el tiempo en esta inmediatez?

La vivencia musical

No sé si Carla Bley habrá compuesto música para películas. Y, que yo sepa, Jimmy Giuffre jamás sopló su clarinete para tales fines. En realidad no importa. Si los incluí en el breve relato autobiográfico que inicia esta nota, es porque juntos fuimos protagonistas de un suceso que me gustaría definir o nombrar como vivencia musical.

Este tipo de experiencias suele ir más allá de lo que conocemos como escuchar música. No hay, en este acontecer, oídos sensibles o inteligentes disfrutando de ella o evaluando sus cualidades. Tampoco hay criterios estéticos que por su afinidad o defecto nos aproximen o alejen del estímulo sonoro. Se trata, más bien, de una suerte de fusión o encuentro; un fenómeno sensorial y anímico que nos permite percibir cierta correspondencia o analogía entre la luz (las imágenes) y los sonidos (la música). Bajo este enfoque, la calidad de esta última no estaría dada por sus valores formales, sino por su capacidad para estimular ese núcleo integrador al que hacemos referencia. La "mejor" música será, en este caso, aquella que cuente con un mayor potencial evocador.

En cualquier situación en donde se apague la estridencia del mundo contemporáneo y se favorezca la manifestación de un estado de percepción ampliado —atravesando, por ejemplo, un bosque cerrado o caminando por la playa en el crepúsculo— lo primero que cualquier espíritu sensible atestigua es la coherencia entre los distintos componentes de eso que llamamos realidad. Cada vez que nos alejamos de lo convencional, es decir, de la lógica deductiva que nos describe el mundo a partir de su fragmentación, ingresamos a un universo perceptivo donde sólo existe lo global. Percibimos en este campo una vastísima red de relaciones en donde lo particular tiene apenas una existencia precaria porque no hay, sencillamente, conceptos para definirlo. Se trata de una experiencia de integración en la que los elementos no pueden percibirse en forma aislada sino asociada. Allí, lo específico no existe porque su existencia, simplemente, no podría concebirse y cualquier intento de clasificación objetiva carecería de sentido.

En este “mundo”, lo sensorial suele tener límites imprecisos, y los atributos de esa realidad circundante en la que estamos inmersos están emparentados por códigos comunes. Hay sonidos que son imágenes e imágenes que son sabores. Lo que es tocado se escucha y los sabores se tiñen de colores insólitos.

Creo que el cine se nutre de esta especie de analogía sensorial que habita en nosotros. Es más, creo que una sala cinematográfica es un territorio mágico que, al igual que algunos escenarios naturales, promueve el acceso a esa percepción holística de la que hablaba antes.

Orson Welles, filmando musicalmenteObviamente, un director no necesita ni tiene porqué compartir esta teoría o haber pensado jamás en ella para realizar una película. Lo que quiero sugerir es que este principio unificador es inherente a la percepción humana, y es a partir de él que se construye todo aquello que da sustancia al arte cinematográfico, ya sea que se medite o no acerca de ello. Poética e intuitivamente, el cineasta Orson Welles se refería a este fenómeno del siguiente modo: "Una buena película es musical. Tiene movimiento, estructura rítmica, armonía, contrapunto. Un film no es perfecto hasta que no es musicalmente perfecto" (O.Welles, Filming Othello).

Esta premisa nos invita a considerar la creación de música para películas como algo mucho más sutil que ponerle sonido a las imágenes. Tal vez podríamos definirla como el arte de gestar entidades artísticas sin fisuras, de crear totalidades; un ejercicio vinculado a las funciones cerebrales del hemisferio derecho, el más idóneo en la percepción de configuraciones globales.

Toda existencia es una relación


Lo que observamos como un flujo coherente durante la proyección de una película está formado, en realidad, por la convergencia de centenares de fragmentos filmados y grabados en días, climas, escenarios y emociones diferentes. Ninguno de esos trozos, por logrado que esté, tendría el mismo valor aislado del conjunto. Sabemos, además, que aunque un guión, una escenografía, una interpretación o un encuadre puedan tener un valor intrínseco, la simple acumulación de estos elementos, por más brillantes que sean individualmente, no garantiza tampoco buenos resultados artísticos. Inversamente, ideas que no parecen muy importantes en sí mismas cobran, en la totalidad de la pieza, un brillo excepcional.

Janet Leight,y un grito que hizo historiaLa genialidad de los grandes creadores consiste, precisamente, en no perder la unidad de sentido al diseñar los diferentes aspectos que componen una obra. Vayan si no por ejemplo los chillidos de violines que acompañan la escena del asesinato en "Psicosis" de Alfred Hitchcock. ¿Podría concebir alguien una música que, como tal, fuera más pobre e insulsa; más desgraciada y desvalida? El compositor Bernard Herrmann, creador del célebre pasaje mencionado, lo ejemplifica así: "Una película esta hecha por segmentos que luego son puestos juntos mediante el montaje. La función de la música es pegar estas piezas dentro de un solo diseño para que los espectadores puedan sentir que la secuencia es fluida. Esta es una de las grandes paradojas de la música para cine: una música correctamente usada puede ser muy pobre en su calidad y ser efectiva y otra, de magnífica calidad, no funcionar en absoluto" (B. Herrmann, Film Scores, from Citizen Kane to Taxi Driver).

Como bien dice Herrmann, la inmensa mayoría de las músicas para películas son incidentales. Han sido concebidas para reforzar el carácter dramático de algunas imágenes, actuar como nexo entre los distintos planos de una secuencia, incrementar el ritmo del montaje, etc. Esta funcionalidad congénita, sumada al hecho de trabajar en escenas cuyo matiz emocional ha sido previamente definido y con tiempos acotados de duración en pantalla —y de producción en general— hacen que la expresión musical en un sentido "puro", se vea, en el cine, sumamente restringida. Es muy difícil que los sonidos que pueblan una realización cinematográfica se sostengan en ausencia del film; mucho más aun cuando las imágenes del mismo son desconocidas o se han borrado de la memoria del espectador-oyente. En contadas ocasiones, los "temas" que se utilizan durante los títulos de apertura, los pasajes melódicos tendientes a crear climas o despertar la emocionalidad sin estar tan atados a la acción y, por supuesto, las canciones de comedias musicales, pueden ser un poco más redondos en sí mismos, pero ninguno es una creación artística per se.

Esta suma de características, lejos de ser un defecto, constituye lo esencial en las músicas para películas, porque ellas no han sido creadas para tener una existencia independiente ni ser simples subsidiarias de las imágenes. Fueron creadas en función de una expresión artística que las integra.

Si me apuran un poco me animaría a decir, incluso, que la música para películas no es música. Ese es apenas el nombre que le damos. En el paradójico milagro que conocemos como cine, la música abandona momentáneamente su identidad para recuperarla, iluminada, mediante la interacción global de elementos que dan origen a este arte. ¿O acaso el aire y nosotros no somos entidades recíprocamente abstractas, que se revelan a sí mismas mediante ese intercambio afectivo que es la respiración?

Me parece, en definitiva, que la música para películas es tan sólo una ilusión. O dicho de una manera más radical: la música para películas no existe. Existe el cine.

Música del Corazón

Entrevista a Quique Sinesi

Quique SinesiEl cartelito decía: "No funciona el timbre". Un par de golpes sobre la madera de la puerta fueron la alternativa obvia. "¡Hola!" -dijo una cara sonriente desde la ventana- "mirá, ehh... mi mujer se llevó la llave". Adormilados aún por la siesta, los vecinos del barrio de Floresta miraban sorprendidos a ese tipo que ingresaba trepando las rejas del balconcito con un grabador en la mano. Adentro esperaba el cálido universo de quien con poco más de treinta y cinco años, y en un medio donde las cuerdas se sacan chispas, es, hoy por hoy, uno de los mejores guitarristas de nuestro país.

Miembro de bandas legendarias como Madre Atómica y Raíces, integrante del cuarteto de Dino Saluzzi que sacudió a los alemanes en los '80 y fundador del trío Alfombra Mágica, Sinesi es, además, uno de los músicos más requerido por sus pares. En los últimos tiempos ha tocado y grabado con Straijer-Hurtado, Juan Falú, Jorge Cumbo, Marcelo Moguilevsky y muchísimos etcéteras. Participó en el registro y la misce en escene de esa bella obra de Silvia Iriondo llamada Río de los Pájaros. Se empalmó al retorno de Raíces y es integrante del Quinteto para el Nuevo Tango de Pablo Ziegler, agrupación con la que giró por Europa, EEUU, Canadá y América del Sur en varias oportunidades. Compositor prolífico, cuenta con una abundante producción solista en relación a sus escasas ediciones.

Mientras escuchaba la hermosa melodía de Contramarea -uno de sus temas incluido en Cielo Abierto- pensaba que quizás porque todavía nos creemos "el granero del mundo", los argentinos nos damos el lujo de ignorar a creadores de este calibre.

Pasen y vean, aquí hay un músico que a sus dotes en el instrumento le suma sencillez y humildad, un par de virtudes que no deberían faltar en ningún artista.


Hermana guitarra

Geranio - Entre los músicos instrumentales existe un prejuicio bastante difundido con respecto a la canción, como si esta fuera un género menor ¿Cómo te relacionas vos con las canciones y los cantantes?

Quique Sinesi - A mí me gustan. Por ejemplo la música de Jaime Roos. Me parece que dicen muchas cosas ¿no? Yo no tengo ese prejuicio. Si algo me llega o me parece sincero ya está. Y en el caso de Roos o Mateo (Eduardo) que están diciendo cosas y la música, lo que suena atrás, es impresionante... Por ahí si dice cosas y la música no me atrae no lo escucho tanto. Ese si puede ser un prejuicio. Pero si me gusta la música y lo que dice, me atrapan. Si está diciendo algo, como las canciones populares, el tango o el folclore, que tiene que ver con uno, o si transmiten optimismo o una visión diferente, me atraen, sea una canción o cualquier forma de expresión que diga algo.

Geranio - ¿Cómo te iniciaste Quique? Es decir, en algún momento decidiste ser músico...

Quique Sinesi - Sí. El primer contacto que yo tuve fue mas o menos a los ocho años. Mi viejo compró una guitarra que era para mi hermana...

Geranio - La vieja historia del padre que compró una guitarra...

Quique Sinesi - Si (risas) Finalmente empecé a tocar yo antes que ella. Después empezamos a tocar juntos, a jugar con la música. Un tío que tocaba tango me pasó algunos acordes y me enseñó el tango, así, bien tradicional. Ese fue mi primer contacto, aunque mi vieja cuenta que cuando apagaba la radio y paraba la música me ponía a llorar, así que creo que venía de antes. A los catorce ya empecé a tocar todos los días y apareció como una decisión de hacer música, así, todos los días, todos los días...

Geranio - ¿Cómo se fue definiendo tu interés por lo instrumental?

Quique Sinesi - Bueno, en esa época el rock era otra cosa. Yo empecé con el rock. Escuchaba a los Beatles, después vino el rock elaborado, el sinfónico, Génesis, Emerson, Lake & Palmer, King Crimson. Era un abanico de música toda distinta y creo que había una apertura. Vos escuchabas junto a eso una canción simple, de los Beatles, o del rock de acá incluso. Yo en ese tiempo escuchaba a Sui Generis. Tocábamos con mi hermana los temas de Sui Generis. Todos los temas. Después, empecé a escuchar programas de radio en los que de golpe aparecía un grupo como Premiata Forneria Marconi. Había un programa que se llamaba El Tren Fantasma, que pasaba todo el lado de un disco. Yo me comía esos programas. Ahí empecé a escuchar otra música en la que por ahí cantaban un pedacito y después tocaban todo instrumental. Había un misterio que me atraía en esas músicas. Incluso, en las revistas de rock aparecía Gismonti o Hermeto (Pascoal) y yo decía ¿rock-Gismonti? Después escuchaba Gismonti y me rompía la cabeza. O Piazzolla... Había una gran apertura y una música muy elaborada, super elaborada. Hace poco escuché las cosas viejas de King Crimson y... bueno, eran muy avanzadas. Y la gente escuchaba eso. Ahora parece como algo raro, pero en ese momento era todo mucho más abierto. Eso es un poco lo que se extraña en esta época en que uno prende la radio y escucha el mismo ritmo más rápido o más lento todo el tiempo. Después empecé a ir a Jazz y Pop, ahí en la calle Chacabuco. Me conecté con músicos de jazz y comencé a escuchar cosas distintas; fue un tiempo muy fuerte. Ahí lo conocí a Leo Sujatovich y a través de él me uní a Raíces, banda con la que empecé a descubrir el candombe. Más adelante, junto a Matías González, Lucio Mazaira y Claudio Pesavento ganamos un concurso en Jazz y Pop. El premio era tocar un día durante la semana, y nos tocó compartirlo con Dino Saluzzi, en una época en que no lo conocía mucha gente. A mí me habían hablado de él, me decían que era el Gismonti argentino, qué sé yo. Me acuerdo la primera vez que lo escuché, estaba a la distancia que vos estás ahora y me partió la cabeza. Lo veía abrir el bandoneón con una energía y pensaba "como me gustaría tocar con este tipo, pero nunca voy a poder". Hasta que un día Dino nos invitó a ir a la casa y terminamos tocando con él. Éramos Matías, Lucio, Dino y yo. Al principio también tocaba Juan Barrueco, había dos guitarras. Juan hacía las partes jazzeras y yo las roqueras, después Lito (Epumer) reemplazó a Juan. Era todo muy loco, una música diferente.

Nadie es Saluzzi en su tierra

Geranio - ¿El encuentro con Saluzzi fue decisivo en tu orientación hacia una música de raiz latinoamericana o rioplatense?

Quique Sinesi - Totalmente. Sí. Fue un antes y un después. Al principio yo todavía no era consciente de lo que pasaba. Más adelante, en el '82, Dino armó otro grupo en el que tocaba Matías (González), Horacio López y yo, el cuarteto. Ese fue el momento en que yo empecé a despertarme. Y a todos nos pasó lo mismo; a Matías y Horacio también.

Geranio - El cuarteto grabó esos dos discos (Vivencias I y II) lanzados por la RCA que son extraordinarios.

Quique Sinesi - Sí. Y te digo que para mí lo más grosso no está grabado, que es lo que hicimos afuera, los festivales y eso. Los discos se grabaron después, cuando el grupo no estaba funcionando bien. Es una lástima. A Dino siempre le costó mucho grabar en el momento en que estaba todo funcionando. Además, antes de la gira por Alemania, nosotros estábamos tocando en un ciclo de diez días en La Trastienda y mucha gente no entendía que quería hacer Dino con la música. Iba muy poca gente y aparecía esa cosa que se genera cuando no hay respuesta ¿estará bien lo que hago? ¿Estará mal? El medio influye mucho ¿no? Ahora, llegamos a Europa y fue increíble. Sonaba otra música. Yo ahí me desperté, me di cuenta de lo que pasa acá. No quiero ponerme en mala onda pero es como empujar una pared, ¿viste? cuesta mucho, no la movés así nomás una pared.

Geranio - Yo recuerdo haber ido a ver el cuarteto de Saluzzi en los '80 y el público no superaba las diez personas...

Quique Sinesi - ...O no había nadie. Yo toqué algunas veces, con Dino, en las que no había nadie. Una vez no había nadie, me acuerdo...

Geranio - Mientras Saluzzi estaba en la Argentina, era casi milagroso encontrar un disco suyo en las bateas. Ahora, desde que graba para ECM, su obra está en todos los exhibidores y la gente habla de él...

Quique Sinesi - ...Si, la gente habla. Pero, es lo mismo que pasaba con Piazzolla. Se tenía que ir afuera a tocar. Todo el mundo lo conocía pero no podía tocar más de cuatro o cinco veces por año en Buenos Aires. Es una lástima. Porque lo que pasa con esos músicos es que al ser cada vez más reconocidos afuera, cuando ven la diferencia, que en un lugar te tratan tan bien... Y te escuchan, porque primero te escuchan, no te reconocen porque sí. Y si tenés peso te pasa como a Dino que se le acercó Manfred Eicher y le dijo: quiero que grabes en mi sello. Y Dino no sabía ni quien era Eicher, ni escuchaba los discos de ECM; no entendía nada, ¡ni lo que le decía el tipo! Ahora, lo que pasa es que cuando un artista siente esa gran diferencia, no puede tocar en un bolichito para diez personas porque es perjudicial. Te hace mal. Hay que tener muchas ganas ¿viste? Da un poco de pena, porque necesitamos escuchar a estos tipos grossos, y escucharlos bien, con buen sonido. Nos hace falta. A mí me da bronca tener que ver los conciertos más importantes de Piazzolla, la música más revolucionaria, en videos, siempre presentada afuera.

Abriendo el cielo

Quique SinesiGeranio - ¿Cielo Abierto es tu primer trabajo solista?

Quique Sinesi - En su momento yo hice otro trabajo llamado "Música para guitarras" que era una edición en cassette acompañada de un libro. Si bien salió como una edición didáctica, sintetizaba un poco lo que yo venía haciendo, incluso hay cosas que hago que tienen que ver con eso. "Cielo Abierto" fue el primero pensado como un disco.

Geranio - ¿Preparás conceptualmente el álbum, o simplemente reunís las composiciones que más te gustan de los últimos tiempos? ¿Que criterio usás?

Quique Sinesi - Mirá, en eso todavía estoy como buscando; estoy estudiando la mejor forma de hacerlo. A "Cielo Abierto" me costó un poco armarlo porque había temas de otra época que yo quería poner... Traté, primero, que sea un sonido acústico y aproveche las opiniones de amigos músicos y gente cercana. Por otro lado, quise mantener la línea de música de acá, salvo algún tema que no tiene nada que ver, porque también me gusta que halla algo de ningún lugar en especial. Pero lo demás tiene siempre "aire" de algo. Hay dos tangos que por ahí no tienen mucho que ver con el resto pero tenía ganas de incluirlos. Me gustaría poder grabar un disco de tango solo. En realidad me gustaría grabar muchos discos. Como no tengo la oportunidad de grabar mucho, necesito buscar la forma de incluir distintas cosas.

Geranio - ¿Además del proceso creativo, a vos como músico te interesa la repercusión que pueda tener tu obra en el público?

Quique Sinesi - Sinceramente, no. Te digo la verdad. En ningún momento lo pensé siquiera. Traté que me guste a mí. Por eso es una suerte haber conocido a Litto (Nebbia). Él me tiene total confianza y puedo grabar lo que quiero.

Geranio - ¿Litto hace la producción artística del disco? ¿Ven juntos el material o te da libertad a vos para decidir?

Quique Sinesi - Siempre fue muy fluida la cosa. Yo grabo los temas, se los doy terminados y el los escucha. Por ahí me da una idea del orden de los temas en el disco. Incluso, la compaginación de "Cielo Abierto" la hice yo. Litto me hizo algunas sugerencias, con que tema empezar, esas cosas. Es muy buena la relación.

Geranio - Sos muy afortunado porque aún existen productores con grandes prejuicios hacia la música instrumental solista. Amparados en un supuesto conocimiento del mercado y con la intención de ampliar su comercialización, han destruido una buena cantidad de obras edulcorándolas con arreglos innecesarios, desnaturalizando el producto original.

Quique Sinesi - Sí. A veces lo que pasa es que cuando entrás a grabar querés meter todo, porque hace como cinco años que no grabás. Yo en "Cielo Abierto" estuve a punto de meter guitarra midi y cosas así. Después le di bola a un amigo, Oscar Taberniso, que me dijo: tocá acústico. Y tenía razón, por eso te digo que estoy aprendiendo ¿no?, a darle bola a la estética del disco. Eso es lo que vos escuchas en tipos como Pat Metheny o cualquier disco de ECM, hay una estética definida, no vas a escuchar cualquier cosa.

Geranio - ¿Faltan productores artísticos en la Argentina?

Quique Sinesi - En este tipo de música sí. Y hacen falta. Yo creo que estamos nuevos en la cosa de grabar y editar discos de música instrumental. De a poco se va mejorando, pero es nuevo todavía. Yo creo que recién está tomando forma esto. Está surgiendo algo nuevo. Quizás necesite un poco de tiempo, pero está pasando. Lo que tiene que pasar, lo más importante, es que no nos subestimemos; que le demos oportunidades a lo nuestro. Hay mucha gente haciendo cosas, y gracias a esa gente uno ve otras cosas. Yo estoy muy agradecido por haber hecho lo que hice a la edad que tengo. Y lo que hice es gracias a que hay gente sensible por ahí, como Litto, o Trezzini, el flaco que me hizo las guitarras. Me las ofreció generosamente en un momento en que yo no tenía guita para pagarlas. Para mí todas estas cosas son importantes. Yo sé que está todo en contra, pero también hay tipos que están ahí, locos como uno, mucha gente optimista, que ve otra realidad que la que te venden.

Geranio - ¿Cuales son tus proyectos?

Quique Sinesi - En lo que más metido estoy es en tocar solo. Estuve en el interior, en Tucumán y en Puerto Madrin, y quiero seguir haciéndolo. El público es muy sensible y recibió muy bien la música. Algunos van por curiosidad, pero la mayoría conoce mucho de música y tienen una gran avidez por escuchar. Estoy muy contento con esa experiencia. Hay un proyecto para tocar en Europa, en Inglaterra y Alemania, como solista en concierto, tocando distintas guitarras, charango y también con percusión. Hay actuaciones programadas junto a Silvia Iriondo en España y recitales en Suecia y Alemania, en dúo con el bandoneonísta Gustavo Paglia. Estoy muy entusiasmado con esto. Además estoy tocando en trío con el "mono" Hurtado y Marcelo García y preparando un CD de Alfombra Mágica que va a tener música nueva y material de los tres discos de Alfombra ya editados.

Geranio - ¿Y tu nuevo disco?

Quique Sinesi - Es un compilado en CD que sale en Abril. Tiene un par de temas hechos con César Franov hace un tiempo, cosas de "Música para guitarras", la mayor parte de "Cielo Abierto", que originalmente había salido en cassette, y media hora de música nueva.

Geranio - Recientemente editaste uno grabado en vivo en "El Subsuelo" ¿no?

Quique Sinesi - En "El Subsuelo" me di el gusto de tocar con un montón de gente y algunas de esas cosas quedaron grabadas. Toqué con el "Mono" Hurtado en contrabajo, el negro Aguirre (Carlos) en piano, Horacio López y Judith De León en tumbadoras. Hay muchos candombes, por lo menos tres. Grabamos también cosas a dúo con Moguilevsky, que es un músico impresionante, en vientos. Una improvisación a dúo con un baterista, Juan Carlos Martello, un tipo muy interesante, de Morón. Esa gente que no la conoce nadie pero tienen una creatividad que no se puede creer; que si vivieran afuera estarían tocando en todos los festivales de jazz. Toqué además con Marcelo Garcia...

Geranio - ¿Volviste a lo eléctrico en esta ocasión?

Quique Sinesi - Yo toco todo acústico, pero hay cosas eléctricas en concepto y en formación, con teclados y esas cosas.

Geranio - En Argentina ¿Existe un referencial en la guitarra? Alguien del que se pueda decir: "éste"

Quique Sinesi - Para mí hay grandes guitarristas. Muy buenos. Hay tantos y de tan buen nivel...

Geranio - Te lo preguntaba en el sentido de un acervo, como en los EEUU pueden ser Charlie Christian o Wes Montgomery.

Quique Sinesi - A mi Grela me mató. Yo lo escuché por primera vez en el '84. Compré un cassette en oferta: "Nuevas Creaciones, Roberto Grela" Lo puse y me quede loco. Lo escuché hasta el final y cuando terminó fui a la guía, busqué el nombre y lo llamé por teléfono. Al principio el tipo no entendía nada. Yo lo llame porque quería aprender a tocar con él. Y él me dijo que no sabía nada, que no daba clases ni sabía de música, "Yo aprendí escuchando las grandes orquestas" me dijo. Para mí, Grela es un referencial. De la guitarra en el tango, por lo menos.

La paz acústica

Quique Sinesi<Geranio - ¿Que diferencias encontrás entre la guitarra acústica y eléctrica? Subjetivas claro...

Quique Sinesi - En este momento tengo una relación más importante con la acústica. En realidad siempre la tuve...

Geranio - Desde la guitarra del viejo...

Quique Sinesi - Sí. Siempre. Hay una relación más directa con el instrumento, tiene una cosa envolvente y se toca con dedos. Hay un contacto más fuerte. Con la eléctrica dependés mucho de la tecnología y del equipo y lo más importante pasa a ser lo que sale por los parlantes. Me gustó usarla en el CD de "Raíces" y también en las cosas que hice con el quinteto de Pablo Ziegler. En esas músicas hay mucha polenta y hace falta. La eléctrica sirve para cantar melodías y tocar notas largas. Tiene otras posibilidades. Es un color, aunque a mí me limita un poco. No es una cuestión técnica sino de sensibilidad. Cuando empecé yo tocaba eléctrica, un millón de notas ¿viste? estaba en esa. Después conocí a Dino y me decía: "no pibe, toca una nota nada más". Y ahí empecé para atrás, a tocar menos.

Geranio - Tocar poco sugiriendo más...

Quique Sinesi - Por lo menos buscar ahí adentro. Una nota no es solamente una nota. Es otra cosa la que tiene que pasar.

Geranio - Parece que aún se confunde la rapidez y lo estrictamente técnico con el virtuosismo. ¿Tocarse "todo" sigue teniendo mucho prestigio?

Quique Sinesi - Y sí. Es lo que más atrae. Yo también lo hacía al principio. Quería tocar rapidísimo. Y está bien poder hacerlo. Pero lo difícil es tocar poco y estar ahí. A mí me pasa cuando toco solo. Hay como un vértigo. Tocás una nota y sentís un vacío, como si hubiera que tocar más, llenar más. Y es una ilusión eso. Porque lo bueno es poder disfrutar de tocar una nota y estar ahí tranquilo. Eso es algo que me pegó de Jim Hall en sus seminarios, en los que él tocaba dos notas y no le importaba nada más, eran esas dos notas.

Geranio - Parece un rasgo característico de los grandes darle igual importancia a lo explícito y a lo sugerido, al valor de la nota...

Quique Sinesi - ...o al vacío y el silencio. Sí. Totalmente. Lo más importante es llegar a tener paz cuando uno está tocando y no preocuparte por lo que van a pensar; o si quieren que toques mucho. Primero hay que buscar el silencio adentro. Ahí está la cosa. Recién ahí va a ser real ese silencio; cuando sos capaz de escucharlo en vos.

Geranio - ¿El desarrollo de un músico en su aspecto humano está ligado a su crecimiento como artista?

Quique Sinesi - Sí, claro. La música es un medio, y va a expresar lo que vos sos. Yo no encuentro esto solamente en la música. Medito y estoy en una búsqueda personal desde hace varios años.

Geranio - ¿Estos descubrimientos en materia musical de los que hablabas antes, son coherentes con ese desarrollo?

Quique Sinesi - Mirá, cuando va pasando el tiempo más cuenta te das. Antes me lo decía Dino y yo lo hacía pero desde afuera. A medida que vas creciendo te vas dando cuenta que muchas cosas que creías importantes no lo son. Yo ahora me permito cosas que antes no hubiera hecho, como tocar solo, o improvisar todo sin ninguna pauta y no preocuparme por si soy aprobado o no. Estoy interesado en que me guste a mí. Y no me importa nada ¿sabés?, no me importa... Para ganar plata haré otras cosas, pero tengo clarísimo lo que quiero. Y eso te da otra paz.

Geranio - En las décadas del '60 y '70, e incluso a principios de los '80, la música solía representar ciertos valores o ir asociada a experiencias mas o menos trascendentes. ¿Cómo ves la música en estos pragmáticos años '00?

Quique Sinesi - Yo sigo viendo dos músicas. La música del corazón, y la que apunta a otras cosas. La música del corazón no admite especulaciones. La música que a mí me interesa es la que despierta algo. Que una música me emocione no es cosa de todos los días. Es mucho pedir ¿no? pero a veces pasa y para mí es lo más. Recuerdo una vez que estaba muy triste y mientras caminaba escuchaba a Keith Jarrett en los walkman. De repente empezó un tema y... me voló, me cambió todo, me puso en otro lugar. Quiero decir que en la música hay un poder, una energía muy poderosa. Cuando pasa esa magia ya está ¿qué más se puede pedir?

Geranio - Bueno Quique, probablemente quería hablar de algo que no te pregunté...

Quique Sinesi - No sé, hablamos tanto. Hacía mucho que no hablaba tanto...

Fotografías: http://www.quique-sinesi.com/